viernes, julio 20, 2007

Impotencia ante la injusticia

¿Qué hay de nuevo lectores? Demasiado calor, ¿verdad? Y es que por fin llego el verano… Lo que cualquier currante espera durante todo el año: coger las vacaciones. ¡Esas vacaciones! Como me gustaría a mi poder cogerlas, pero…

¡En mi situación, sé que es imposible! La verdad es que me hacen falta, ya que no os podéis imaginar el agobio y la impotencia que se siente al estar preso. Creo que hay que vivirlo para saberlo.

La gente que está ahí fuera no se imagina lo que es esto. Incluso hay gente que piensa que la ley es blanda con las condenas, jaja. ¿Blanda? ¿Ustedes se imaginan lo que es estar 3 o 4 años sin pisar la calle? ¿Y sin saber nada del exterior? ¡Eso para mí, es algo inhumano! La sensación de mirar por la ventana y ver coches, motos, edificios y no poder tocarlos… El no poder acariciar un perro… La verdad es que estas pequeñas cosas son las que uno echa de menos.

Es cierto que hemos cometido delitos, ¿pero quién no se ha equivocado alguna vez en la vida? Miren, yo aquí veo gente que está presa desde el 2001 o 2002 por un simple robo que cometieron cuando tan solo tenían 18 años. Seguro que hicieron mal, pero tal vez las circunstancias de la vida los llevaron a cometer un error. ¿De verdad ustedes creen, qué esas personas no están arrepentidas? Creo que cuando llevaban 2 años ya hacía tiempo que lo estaban: ¡no hace falta pagar 7 o 8! Dicen que eso es reinserción…, pero perdonen que lo ponga en duda. En un centro penitenciario, cuando una persona lleva tantos años encerrada, le pasa justo lo contrario. Al menos a la gran mayoría. Quizá salga y ya no robe más, pero es porque a nadie le gusta la cárcel. Pero piensen que el día que salga, cuando cualquier persona le diga algo, lo mínimo, se puede buscar un “problemón”. Uno sale de aquí harto de aguantar cosas. ¡La contención es demasiado alta! Aquí, cualquier cosa, te la tienes que comer, porque normalmente a las personas que estamos presas, no nos dan la razón. ¡Al menos eso parece! Así es que lo mejor que puedes hacer es tragar y decir que sí a todo. Eso crea tal impotencia, que puede ser que cuando salgas, si alguien te dice algo, descargues tu rabia y tu ira contra él. Hay que ser consciente de ello e ir con cuidado.

Siento impotencia al no poder nombrar, una a una, todas las injusticias que suceden en una prisión. ¡Bien, igual que en el mundo!

¿Quién nos condena? Un juez. Yo me pregunto lo siguiente: ¿qué debe tener esa persona para resultar tan distinta a mí? Claro, ¡tiene estudios! Realmente, ¿es por eso que no se puede equivocar? Como él lo dice, la condena es justa. ¿Cuántas veces no salen por la tele policías, alcaldes y gente que se supone que son buenos, que han cometido delitos? Con esto no quiero decir que deberían darnos la libertad, pero si deberían estudiar más los casos. Estudiar más a las personas antes de condenarlas. Aquí entra mucha gente buena que no se merece estar dentro. Yo los he visto a la salida, y se van peor de lo que entraron.

No puede ser que una persona cometa un robo con 18 años, cuando aún es un niño, y pague 7 años de “talego”. Tal vez otro que haga lo mismo, no pague tanto porque tiene dinero para un buen abogado. Yo a eso, no le llamo justicia. Quizá, el que no tenía dinero lo hizo por necesidad. Realmente, el que ya tiene dinero, ¿porqué lo hace? ¿Avaricia? No sé, no soy juez para juzgar a nadie. De todos modos no quiero decir que merezca pagar cárcel, ya que esto no se lo deseo a nadie. Quiero que sepan que a mi tampoco me gusta que hayan personas que cometan delitos macabros.

Lo que quiero decir con esto es que yo también necesito unas vacaciones. Desconectar de esto, que siempre es la misma rutina. Aquí hay muchas personas que vienen de la calle a trabajar. Ellos/as solo están 7 o 8 horas al día, de lunes a viernes. Al cabo de los meses acaban con estrés. Llevan tal carga, que siempre dicen que necesitan unas vacaciones, que ya no aguantan más. Imagínense nosotros que estamos aquí las 24 horas del día, sin poder estar con nuestras familias y nuestros amigos…

Supuestamente, no podemos convivir en sociedad. Eso me hace gracia, porque ¿acaso el juez me conoce para saber si puedo estar fuera?

Tengo muchos amigos que cuando eran más pequeños robaban y hacían muchas de las cosas que yo hacía… Hoy en día, tienen piso, mujer y trabajan como el que más… No les hizo falta entrar en ninguna prisión para cambiar. Lo hicieron por ellos mismos. Me pregunto lo siguiente: ¿muchos de los que están aquí, no podrían haber hecho lo mismo? Parece ser que no. Deben pagar media vida aquí, para que cuando salgan estén “to zumbaos”. ¡Menuda reinserción! Aunque la verdad es que yo no llevo tanto tiempo como para sentir lo que siente una persona que lleve 6 años aquí. Por eso os quiero presentar a un compañero de celda que lleva 5 años y no está de acuerdo con este tipo de sistema de reinserción.

Buenas, fieles lectores de mi incondicional amigo y compañero de celda, Michael Joe. Me llamo Alito y soy de Mataró. Llevo aquí 5 años y estoy condenado a 8, por dos robos con intimidación. Los cometí cuando tenía 18 años, pero no le hice daño a nadie. Explicando un poco por encima, me líe con gente de un determinado rollo. Drogas, mujeres, velocidad,… ¡Era un niño y no tenía límites! Ahora, ya hace mucho tiempo que me arrepentí de lo que hice.

Cuando una persona comete un delito hay que juzgarla, está claro. Más tarde hay que trabajar en el fallo de esa persona, pero ahí está el fallo. No sé que ayuda me pueden dar basándose en códigos y palabras técnicas, que te desorientan. Uno, muchas veces, no sabe de lo que están hablando… No sé si me ayudan demasiado… No le importamos a nadie, sólo a nuestras familias. ¡Tal vez sea normal! Entonces, yo me pregunto porque la sociedad intenta inventarse conceptos como el de rehabilitación y reinserción. Creo que, en muchos casos, si tienes dinero y los delitos que cometes, no son muy grabes, te vas a la calle. Si no tienes “pasta”, pues a prisión.

Bajo mi punto de vista, no sé si me han ayudado mucho. Creo que simplemente he madurado. Está claro que he cambiado de modo de vida, pero eso ya lo sabía cuando llevaba un año.

Esos han sido los pensamientos de un colega que está “pillado” (igual que todos) en este sistema. La verdad es que lo miro y pienso en el tiempo que lleva, buffffffff… ¿eso es rehabilitación?

En los 2 años y medio que llevo aquí me doy cuenta de muchas cosas y creo que muchos de los presos que he conocido están condenados de manera injusta por el deterioro del sistema judicial.

Recuerdo una vez en la que un profesional de los que trabajan aquí le dijo a un interno lo siguiente: ¡pero si 3 años no son nada! ¡Pues vaya! ¡Y tanto que lo son! ¿Alguna vez, alguien de ustedes se ha roto una pierna y ha tenido que estar 1 o 2 meses encerrado en su casa sin salir para nada? Seguro que estarán de acuerdo conmigo, que llega un momento en que te desesperas. Te entra ansiedad deseando salir, aunque sea hasta la esquina. ¡Y eso que sólo son 2 meses! Piénsenlo e imagínense 3, 5, o 10 años… Encima con comida que no te gusta, y con un trato que creo que a veces no es el correcto. Cuando te entra la ansiedad y la impotencia no puedes hacer nada. Yo lo que hago es mirar por la ventana y rallarme. Para colmo, llega el verano y a las 8 de la noche ya estás chapado. Justo esa hora en la que la gente sale a disfrutar del “veraniko”.

Me crea mucha impotencia saber que mi hija está ahí fuera y no puedo llevármela a la playa. Ahora tiene 4 años y ya se va dando cuenta de lo que es esto. ¡Le cuesta venir! Cuando la llamo por teléfono… ¡qué impotencia! Me dice que vaya yo a verla, que no le gusta verme aquí.

Sé que nadie me obligó a cometer el delito, que me lo he buscado yo solito, pero es que mi vida no ha sido fácil. A veces lo pienso, y creo que podría haber acabado mucho peor. Creo que, aunque poquito, he sabido controlarme.

Sé, que algún día saldré y podré continuar con mi vida, aunque no sea como yo esperaba. Tampoco con la mujer que quiero, pero… La novia es otra de las cosas que he perdido por mi mala cabeza. Intentaré continuar como hasta ahora. Seré una persona a la que no le importe pasar un buen rato. Seré alegre pese a la carga que llevo dentro…

Si os habéis fijado, todos mis artículos son de pensar y razonar. Prefiero eso a hablaros de coches o música o cualquier otra cosa que podéis comprar en un quiosco. Seguro que todas esas cosas las podéis hablar con vuestros amigos. En cambio, que una persona en prisión os escriba sus pensamientos o inquietudes, no es tan común. Creo que no deben ser tan diferentes a las vuestras, ¿no? Por ese motivo, el artículo está dedicado a la impotencia que sentimos todas las personas internas en un centro penitenciario.

Aunque estas letras no sirvan de mucho, para mí suponen un desahogo. Sé, que en la vida, siempre habrá injusticias… Estas son las palabras del interno Michael Joe. Aunque para la sociedad solo sea un delincuente más, me consuela pensar que muchos de los que me venís leyendo desde el principio, ya me conocéis un poquito más… y, no es para tanto.

Espero que os guste mi artículo y que me escribáis vuestras opiniones. Aunque… no sé si los podré ver esta semana, porque la monitora del Òmnia se va de vacaciones. Justo lo que necesito yo, ¡unas malditas vacaciones!

DUE (Bellvitge)